En esta oportunidad, Washington Atencio se transforma en arquitecto para erigir en poema una torre desde la cual podamos vislumbrar la vastedad de ese amor que intentamos nombrar, antes de volver a caer, inacapaces de controlar el vértigo, fulminados por el rayo de un deseo que arroja a los cuerpos de nuevo a la tierra, a lo palpable, a lo vivible.
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