Nos complace compartir un segundo trabajo poético de Li Keith en Petalurgia. Esta vez se trata de un sentido tributo al padre, acompañado de otros versos que desnudan la verdad del poeta frente a un mundo doloroso, que aún así deja entrever la belleza luminosa de los pequeños gestos; el amor ocurre en esos rincones donde a veces posamos la vista y dejamos descansar al corazón.
En palabras de la escritora Mariana Quijano, autora del liminar que introduce el poemario:
El preludio de la poesía en “Toro celeste y otros poemas” nos abre el umbral hacia una especie de intimidad imperante, a través de una postura embellecida por el cántico a lo desconocido, al presente que se confunde de forma suave con el pasado y la añoranza de lo que no existió en ciertos trazos.
Con la resiliencia característica de una contemplación silenciosa y transformadora, así como pinceladas de los cambios intangibles convertidos en palabra viva, el poemario se desenvuelve bajo las cálidas sombras de un inicio, un espacio para la contundencia y la necesidad de cerrar lo que no puede ser encapsulado sin verbo.
Para el lector de este maravilloso viaje por la estancia del “Toro celeste”, vista desde el lápiz de su acompañante que atenúa la circunstancia, será un camino cargado de voluntad perceptible y fuerza moderadora de lo que no podemos controlar.
Acompañan a los versos los collages digitales de Gabriela Lovera. Se trata de criaturas u objetos que se entremezclan con una noche estrellada. En este sentido, las ilustraciones reflejan la fragilidad de los contornos que definen las cosas del mundo, también alude a la profundidad que a veces esconde una silueta.
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